jueves, 26 de junio de 2014

Cuento del Invierno

Invierno



Esta mañana, al abrir la puerta, me encontré con el Señor Invierno recién llegado a la ciudad.

-Buenos días, le dije.
-Buenos días tenga usted- me respondió.
Venía como cada año, a invitarme a pasear y a charlar.
El Señor Invierno es alto y delgado, con nariz puntiaguda y muy educado. Trata a todos de "usted" o "señor". Es muy friolento. Por eso viste siempre, como mínimo, con quince abrigos, diez bufandas, cinco gorras, varios pares de guantes, ocho calcetines y sólo usa un par de botas, porque si se pone más, anda como un pato.

El Señor Invierno es muy callado. Y hay quien piensa que es malhumorado, y bastante gruñón. Él se queja de que nadie parece quererle, de que todos le vienen a protestar: "que si hace mucho frío, que si no se puede ver el sol, que si las flores, que si las plantas, que ¡cuándo vuelve el calor…!"

Y yo dejo que proteste, porque no tiene otro con quien hablar.

Me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera y que todos suspiran por ella:
-¡Ay, cuándo llegará!- dicen y el pobre no lo comprende porque a él le parece, que "la primavera es una cabeza de pájaros sin un gramo de seriedad."
¡Y piden que venga el verano! -Se lamenta- ¡Ya es una locura!: que si el sol, que si la playa, que si los helados, que si la alegría…

El pobre, tampoco comprende por qué la gente quiere al verano, "que es un cabeza loca sin un gramo de formalidad". Según él dice.
Me cuenta que, hasta al otoño, su hermano más cercano,  lo prefieren antes que a él.
-¡Dicen que es romántico!- buffa.-¡Tonterías!-Agrega.

Y el pobre no comprende tampoco, por qué la gente prefiere al otoño. A él le parece que "el otoño es un cabeza enamorada ¡Hasta se olvida de quitarles las hojas a algunos árboles!"
Y yo dejo que se siga quejando, porque nadie más lo escucha.

Y seguimos paseando mientras él, se sigue lamentando sin parar.Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos. Él, hablando sin parar y yo... bueno, yo escuchando todo lo que dice.

Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Señor Invierno, da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolento. Sentado cerca del radiador, me pide una manta y contempla con aire tristón, al viento zumbando en el exterior.

Es un poco intimidante el Señor Invierno con su aire formal y sus quejas, no lo voy a negar; pero en cuanto lo conocés, creéme es la verdad, es bastante agradable sentarse en silencio con él junto al fuego, mientras allá afuera, el frío, la lluvia, el viento y la niebla llegan tras él.

Cuando cae la noche, el Sr. Invierno se despide porque su trabajo tiene que continuar.
-Buenas tardes.- Le digo- Vuelva el año que viene.
        -Buenas tardes.- Me responde- Estaré aquí. Estaré sin faltar.
      Y, mientras cierro la puerta y lo veo marchar, pienso que, después de todo,... Me gusta el Invierno. No lo puedo evitar.


Adaptación de un cuento de Dolores Espinosa

(Ver original en EnCuentos)


Y a vos...¿Te gusta el Invierno? ¿Por qué?

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